Tras la matanza de ayer en la capital catalana, que ha causado al menos 13 muertos y un centenar de heridos, esta mañana despertábamos con un segundo ataque que deja varios heridos y cinco terroristas muertos en la costa de Tarragona. A pesar de la rápida actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y de su fluida coordinación, siempre echo de menos ciertas presencias en los medios de comunicación que considero muy importantes: más académicos expertos en la materia informando y miembros de la comunidad musulmana que puedan expresarse públicamente normalizando con su presencia un pluralismo que hace tiempo está presente en nuestra sociedad.
Pero lo que nos deberíamos de preguntar es: ¿Qué es lo que no hemos sabido hacer para que estos terroristas se vean fuera de la sociedad en la que viven y seducidos por un discurso violento, fascista y terrorista? ¿Por qué el Islam acaba siendo el camino para romper con una sociedad en la que muchos han nacido y donde viven? ¿Qué hace que un joven opte por el camino de la radicalidad? ¿Cómo es la situación social de los barrios donde viven? ¿Existe tensión social? Y si es así… ¿qué medios se están poniendo para tratarlo?
Este atentado me toca de forma muy personal por varias razones: ha ocurrido en una ciudad que me acogió durante años y donde tengo grandes amigos, pero también porque es un tema que conozco bien ya que dediqué años de investigación al Islam, trabajando con colectivos musulmanes del Raval y en proyectos que ya por el año 2008 buscaban garantizar la libertad religiosa y el cumplimiento de uno servicios mínimos que garantizaran dicha libertad de todas las minorías religiosas de España. No obstante, aunque hay grandes expertos tanto en terrorismo internacional, terrorismo yihadista, o en Islam, lo cierto es que se trabaja de forma muy precaria y, en proporción a otros países, hay muy pocos estudios sobre radicalismo de jóvenes aquí en España. Es más, carecemos de un modelo político en relación al Islam. Por lo tanto, quizás haya que plantearse mayor inversión en esta área. A su vez, reclamo mayor presencia de los grandes profesionales que si tenemos, en cadenas de mayor audiencia y en debates de un mayor nivel intelectual, porque al final, el terrorismo también se combate con información ya que pueden frenar rumores, prejuicios y estereotipos. La gente busca entender, se plantea preguntas y recabar alguna respuesta se convierte en consuelo ante tanta impotencia y barbarie. Ante tanta disponibilidad de información en internet, se impone la necesidad de tener interlocutores válidos y expertos que arrojen luz y generen una mayor comprensión de lo que puede subyacer en estos actos terroristas. Lamentablemente, prima más el sensacionalismo, la cascada de imágenes sangrantes e información sin contrastar, porque para los medios de comunicación (que entiendo hacen lo que pueden) empieza su propia “yihad mediática” donde tienen que lidiar con datos de audiencia, informaciones que fluyen por las redes en tiempo real y todo ello, tratando de mantenerse dentro de lo que dicta el código deontológico. Pero no entraré en este debate. Lo que realmente me preocupa es que de estas situaciones se saque un conocimiento para hacer las cosas lo mejor posible ahora y en el futuro.
Por otro lado, sería bueno recordar que la inclusión social debe hacerse por ambas partes. Sería bueno empezar a normalizar también la presencia pública en debates televisivos de representantes de las comunidades musulmanas, para darles voz y permitirles expresarse, pero también para permitir al televidente conocerles. Son personas que forman parte de nuestra sociedad y hay que darles cabida antes, durante y después de este tipo de actos. Como hemos visto en estos días, los manifiestos son importantes para toda la sociedad, y deben de incluir a todos los representantes sociales y políticos. Pero, lamentablemente, no he visto a ningún representante del colectivo musulmán, ni de la comisión Islámica de España junto al presidente de nuestro País, o junto al Rey… Me falta esta imagen que sin embargo es más frecuente en partidos de fútbol o en encuentros de negocio con Arabia Saudí, cuna del wahabismo e islamismo suní del que se nutre el Islamismo radical y que es fuente de financiación y adoctrinamiento del ISIS. Este, a su vez, está respaldado por Occidente que le vende armas a cambio de dinero petrolífero. Quizás también debiéramos tener esto en cuenta a la hora de hacernos preguntas sobre el origen del terrorismo islámico. Pero tampoco entraré en este debate…o ¿sí?
Lo que está claro es que hay que crear una cultura de seguridad compartida donde todos los implicados puedan tener una labor pública importante que se pueda visibilizar para empezar a dar normalidad a una realidad social plural de convivencia. También es muy necesario un mayor diálogo con los jóvenes musulmanes europeos para trabajar en una prevención que vaya más allá de una labor policial y se centre en aspectos sociológicos y antropológicos. Y, por último, recordar que el Islam no es igual a terrorismo.
Pero lo que nos deberíamos de preguntar es: ¿Qué es lo que no hemos sabido hacer para que estos terroristas se vean fuera de la sociedad en la que viven y seducidos por un discurso violento, fascista y terrorista? ¿Por qué el Islam acaba siendo el camino para romper con una sociedad en la que muchos han nacido y donde viven? ¿Qué hace que un joven opte por el camino de la radicalidad? ¿Cómo es la situación social de los barrios donde viven? ¿Existe tensión social? Y si es así… ¿qué medios se están poniendo para tratarlo?
Este atentado me toca de forma muy personal por varias razones: ha ocurrido en una ciudad que me acogió durante años y donde tengo grandes amigos, pero también porque es un tema que conozco bien ya que dediqué años de investigación al Islam, trabajando con colectivos musulmanes del Raval y en proyectos que ya por el año 2008 buscaban garantizar la libertad religiosa y el cumplimiento de uno servicios mínimos que garantizaran dicha libertad de todas las minorías religiosas de España. No obstante, aunque hay grandes expertos tanto en terrorismo internacional, terrorismo yihadista, o en Islam, lo cierto es que se trabaja de forma muy precaria y, en proporción a otros países, hay muy pocos estudios sobre radicalismo de jóvenes aquí en España. Es más, carecemos de un modelo político en relación al Islam. Por lo tanto, quizás haya que plantearse mayor inversión en esta área. A su vez, reclamo mayor presencia de los grandes profesionales que si tenemos, en cadenas de mayor audiencia y en debates de un mayor nivel intelectual, porque al final, el terrorismo también se combate con información ya que pueden frenar rumores, prejuicios y estereotipos. La gente busca entender, se plantea preguntas y recabar alguna respuesta se convierte en consuelo ante tanta impotencia y barbarie. Ante tanta disponibilidad de información en internet, se impone la necesidad de tener interlocutores válidos y expertos que arrojen luz y generen una mayor comprensión de lo que puede subyacer en estos actos terroristas. Lamentablemente, prima más el sensacionalismo, la cascada de imágenes sangrantes e información sin contrastar, porque para los medios de comunicación (que entiendo hacen lo que pueden) empieza su propia “yihad mediática” donde tienen que lidiar con datos de audiencia, informaciones que fluyen por las redes en tiempo real y todo ello, tratando de mantenerse dentro de lo que dicta el código deontológico. Pero no entraré en este debate. Lo que realmente me preocupa es que de estas situaciones se saque un conocimiento para hacer las cosas lo mejor posible ahora y en el futuro.
Por otro lado, sería bueno recordar que la inclusión social debe hacerse por ambas partes. Sería bueno empezar a normalizar también la presencia pública en debates televisivos de representantes de las comunidades musulmanas, para darles voz y permitirles expresarse, pero también para permitir al televidente conocerles. Son personas que forman parte de nuestra sociedad y hay que darles cabida antes, durante y después de este tipo de actos. Como hemos visto en estos días, los manifiestos son importantes para toda la sociedad, y deben de incluir a todos los representantes sociales y políticos. Pero, lamentablemente, no he visto a ningún representante del colectivo musulmán, ni de la comisión Islámica de España junto al presidente de nuestro País, o junto al Rey… Me falta esta imagen que sin embargo es más frecuente en partidos de fútbol o en encuentros de negocio con Arabia Saudí, cuna del wahabismo e islamismo suní del que se nutre el Islamismo radical y que es fuente de financiación y adoctrinamiento del ISIS. Este, a su vez, está respaldado por Occidente que le vende armas a cambio de dinero petrolífero. Quizás también debiéramos tener esto en cuenta a la hora de hacernos preguntas sobre el origen del terrorismo islámico. Pero tampoco entraré en este debate…o ¿sí?
Lo que está claro es que hay que crear una cultura de seguridad compartida donde todos los implicados puedan tener una labor pública importante que se pueda visibilizar para empezar a dar normalidad a una realidad social plural de convivencia. También es muy necesario un mayor diálogo con los jóvenes musulmanes europeos para trabajar en una prevención que vaya más allá de una labor policial y se centre en aspectos sociológicos y antropológicos. Y, por último, recordar que el Islam no es igual a terrorismo.